¡FELICIDADES, FRAN!
Lo primero es lo primero, y eso pasa por felicitar a Fran, alma y
espíritu de la Titán. Enhorabuena, amigo. Ha salido todo a pedir de
boca, a pesar de lo muy difícil que es organizar una prueba tan dura
como esta. Te has entregado en cuerpo y alma y has sido el impulsor que
arrastra a los demás a llevar este buque a buen puerto. Hemos disfrutado
todos de un gran día de bici, llevando al límite nuestra resistencia
física y mental. Y hemos saboreado el espíritu de la Titán.
Este año me da la impresión que la Titán ha llegado más alto, ha calado
más y se ha dado a conocer mejor. Y eso es importante, ir creciendo cada
año más.
Y FELICITAROS también a todos, a los que le habéis apoyado y ayudado con
vuestro esfuerzo personal y entrega desinteresada a Fran. Y me acuerdo
de todos los que andan en el foro hermano de rutasporalcazar, pedazo de
titanes, haciendo llevadera a todos la prueba , controlando por el bien
del grupo, delante y detrás y ayudando a los que lo precisaron, y que
fueron unos cuantos; me acuerdo especialmente de la gente del furgón,
... ole y ole; y me acuerdo de la gente de protección civil que nos
acompañó toda la prueba. Y también de los que llegasteis a última hora y
nos acompañasteis en los críticos últimos km. La organización ha sido,
en definitiva, una maravilla, siendo una prueba como la Titán, no
profesional, en la que es la entrega desinteresada de Fran y el resto de
compañeros, la que la hacen muy grande. Enhorabuena, y que conservéis
este espíritu siempre.
Estaremos ahí en ediciones venideras, y a ser posible ayudando. Da gusta
ver como en Alcázar tenemos una de las pruebas más duras de resistencia
en MTB, nos engrandece a todos, amantes de la bici, y al mismo pueblo.
Viva el espíritu de la Titán.
Y ahora, un poco de nosotros, y más con esas equipaciones tan chulas
que llevábamos. 5 fuimos uniformados: Ángel Luis Paniagua, Roberto
Riquelme, Francisco Avilés, Antonio Garrido y Miguel Ángel Corral. Ya
podemos decir que somos titanes. Con nombre y apellidos, porque las
cosas grandes así lo merecen.
Salimos con las campanadas de medianoche desde la plaza del pueblo, con
ganas de probar nuestra resistencia, física, y sobre todo mental. El
grupo marchó siempre compacto y bien controlado por Fran y sus
colaboradores. En la noche las luces y los focos funcionaron bien, y
salvo tramos con algo de arena y piedra, o rodadas -lo de siempre, por
otra parte- no hubo grandes dificultades.
Pronto se dio a conocer el peor enemigo de la ruta, el polvo. Nunca
habíamos comido tanto polvo. Paco, gran previsor, se había llevado unas
mascarillas, y las aprovechamos. Pero la respiración no se veía lo
afectada que se vieron los ojos. El gran error fue rascarlos, y yo lo
hice con el derecho, no hay que tocarlos por mucho polvo que se te meta.
Visión borrosa con el derecho gran parte del camino, irritación y
escozor. Un verdadero "penaero" que el año que viene tendremos que
estudiar su solución.
La primera parada se hizo "on time". La noche pasó pronto, y el amanecer
apareció cuando la silueta del monasterio de Uclés recortaba la línea
del horizonte. Precioso amanecer. Desayunamos, repusimos fuerzas y
lavamos bien los ojos. El cuerpo andaba algo del revés, tras una noche
de vigilia, pero se llevaba bien. Partimos, y en el siguiente pueblo,
una señora nos tenía preparados un montón de bocadillos, ¡bendita mujer,
cuanta gente buena por el mundo!. Segóbriga y sus ruinas al lado,
continuamos rumbo sur-este , siempre por caminos de tierra. Algunas
rampas duras y caminos rotos hicieron que tuviésemos que redoblar el
esfuerzo. La gente más fuerte debía siempre esperar a la reagrupación de
todos, con lo que era una tontería perder energías haciendo grandes
esfuerzos en las subidas. Pero ahí estuvimos siempre los cinco, como
solemos hacer en nuestras salidas.
Roberto disfrutó de su nueva Niner como un chiquillo. La bici, una doble
con ruedas de 29", va de maravilla, pero su dueño iba mucho mejor,
siempre de los primeros, daba gusto verle con la nueva equipación y su
niner. De Paco y Antonio, poco que decir que todos no sepamos, dos
máquinas incombustibles de pedalear. Siempre ahí, tirando y aguantando
los tirones, como titanes. A Ángel, aunque hablamos poco, se le
localizaba rápidamente por la camiseta, también anduvo siempre ahí,
cerca. Y es que la nueva equipación hace "un güevo". Espíritu de grupo,
tendiendo a ir agrupados, y dándonos a conocer más, que debemos
publicitarnos y hacernos conocer.
La llegada hasta Villaescusa de Haro se hizo larga. Parada para comer y
reponer fuerzas en compañía de Andrés y el hijo de Roberto, que nos
llevaron bolsas comida y bebida en el furgón. Mientras nosotros
charlábamos, otros se echaban la siesta, y otros se apretaban unos gin
tonic. El caso es que salimos y pronto llegamos a Belmonte.
Íbamos con retraso. Ahora el viento nos daba de frente, y el polvo era
insufrible. A esto se sumaba el tórrido sol que caía a esas horas.
Pedalear era lo de menos. Por fin, vimos la torre de la iglesia del
Toboso. Ya estaba la ruta hecha, y eso nos animaba, aunque lo que
realmente esperábamos era una buena ducha y pillar la cama.
Desde aquí la ruta fue fácil, acompañados de la gente que quiso hacerlo.
Mucho polvo de nuevo hasta llegar a Criptana. El culo y las manos, ya
no sabíamos como ponerlos. LLevábamos muchas horas encima de la bici, al
límite de la resistencia. En Criptana, acompañados de la Policía, nos
aplaudían al paso, ¡como se agradecía!. Y a la llegada a Alcázar nos
esperaba la familia y amigos después del esfuerzo. ¡Como lo agredímos
también!.
Enhorabuena, titanes.