lunes, 3 de junio de 2013

V edición Los 10000 del Soplao de carretera 2013

El pasado 1 de junio del 2013 se celebró en Cabezón de la Sal la V edición de los 10000 del Soplao de carretera, en sus tres versiones, la cicloturista de 100 km., la “clásica” de 225 km., y la de gran distancia con 315 km. de recorrido.  Unos 200 participantes finalizaron la ruta más sencilla de 100km. Mientras la mayoría, más de 900, optamos por realizar la ruta “clásica”, tan sólo 40 atrevidos se decidieron y completaron la ruta larga.


La organización es una maravilla, ya lo conocíamos, de las versiones de MTB, en años anteriores. Y no nos defraudó. Pocos peros se le pueden poner, salvo a la empresa de cronometraje, de la que se escucharon muchas quejas.
El tiempo se presentaba algo revuelto con la llegada de un frente frío estos días, dando temperaturas entre los 11 y 14º en Cabezón, y lluvias débiles, con algún chubasco. A nuestra llegada el viernes por la tarde, nos encontramos un tiempo muy desapacible, con viento moderado del norte y algunas rachas más fuertes. La incertidumbre de lo que podría acontecer en cuanto a lo meteorológico, estaba en las cabezas de todos. Escoger la indumentaria adecuada para la ocasión, era el comecocos de todo el mundo.





No da tiempo, a los que venimos del centro y del sur, a que el cuerpo se adapte al clima cántabro. En pocas horas de viaje, baja mucho la temperatura, sube la humedad y es complicado que a la hora de la prueba se hayan ajustado los sistemas de regulación de temperatura e hídrico del cuerpo. Si le sumas la sobrecarga de hidratos de carbono en las comidas de los últimos días, el resultado es que tu organismo no sabes con certeza como responderá ante el gran esfuerzo de la prueba.
Nos levantamos bien temprano, para desayunar fuerte ( “de más”, diría yo). Y a eso de las siete ya estábamos en los aledaños de Cabezón, preparando el material. A las 7:40 llegabamos a la calle de salida, en esta ocasión con menos aglomeración que en la versión MTB. 




Puntuales como siempre, a las 8 partimos todos, para completar el recorrido. Tras una pequeña vuelta, rodeando Cabezón, nos dirigimos prestos hacia la costa. En el km. 17 se asciende hasta la Hayuela, y en este punto la carretera ya va poniendo a cada uno en su sitio. Nos vamos hasta Comillas donde podemos contemplar en posición dominante, la antigua Universidad Pontificia. Visitamos la playa, acariciamos el mar Cantábrico, y partimos hacia la ensenada de la Rabia, para visitar las playas de Oyambre.  Ya en San Vicente de la Barquera, ponemos rumbo oeste hacia al sorprendente Pechón, para disfrutar de la preciosa costa cantábrica. Justo aquí desemboca el Nansa, y se puede contemplar otra preciosa playa.



Partimos ahora al interior, dejando la costa. Nos saltamos el avituallamiento ya que vamos sobrados de líquido, de comida, y de …. ¡ropa!. El cielo que amanecía cubierto, empieza a abrirse y nos visita el sol, que poco a poco se hace grande entre las nubes. ¡Dichosas previsiones!.
Toca ahora adentrarnos en el interior de Cantabria, por el valle del Nansa. Antes damos un rodeo para ascender la collada de Bielva. Antes de Labarces los repechos son pronunciados, y comienza a sobrar la ropa. Hay mucha gente viendo la carrera, y el día se está quedando muy bonito. Las vistas comienzan a ser espectaculares. El esfuerzo se hace notar.
Descendemos, y nos dirigimos de nuevo hacia el valle del Nansa, para llegar a Puentenansa en el km. 92, encrucijada, eje y verdadero centro de la marcha, donde nos espera el segundo avituallamiento. Ahora sí paramos. Toca ascender Piedrasluengas y conviene ir bien provisto en la subida.
El ascenso del día se inicia aquí. Un puerto de 35 km. muy tendidos, con un tramo intermedio más duro de 3-4 km., desde la Lastra hasta llegar al embalse de la Cohilla. Aquí vuelve a suavizar hasta que se corona. Con el aire del noroeste, se hace muy llevadera la subida. Ha salido el sol, y las vistas son una maravilla. La carretera deja abierta a nuestra izquierda una ventana siempre en un costado, para deleitarnos con la naturaleza. Esa zona dura antes de la presa del embalse, en las estribaciones de Peña Sagra, es otro ejemplo de maravilla en la naturaleza, de lo que el agua ha podido labrar, con el paso de los años. 



Justo antes de rematar la ascensión, está el tercer avituallamiento. Toca cambiar la térmica –que para eso voy cargando con una de repuesto-, comer, beber, y abrigarse, que viene una larga bajada con el aire en contra esta vez. El descenso es muy rápido, pero se traza muy bien. No hay problema, no hay agua en las curvas, te permite descansar más que si fuera un descenso con la bici de montaña. Se va formando una grupeta, y me voy quedado atrás de la misma, que la gente es muy joven, y baja muy rápido. Estamos descendiendo buscando el valle de Liébana, pasando cerca de Potes. Es el valle del río Deva, y ahora a nuestra izquierda, se alzan majestuosas las peñas de los picos de Europa, blancas en sus cimas por la nieve. Impresionante desde la bicicleta. En coche no es lo mismo, con la bici ves el cielo. Pronto llegamos al desfiladero de la Hermida, un conjunto de angostas gargantas que discurre entre grandes paredes verticales de roca, algunas de más de 600m. de altura, y que fue formado por el cauce del rio Deva. El viento aquí sopla bastante, y baja la velocidad del grupo. Hay que tener algo de frescura antes de los últimos puertos.
En la Hermida, km. 165 de ruta, giramos a la derecha, para ascender la primera de las tres últimas colladas, un puerto de 10 km. donde encontramos rampas del 10 y 12%. Al poco llegamos al 4º avituallamiento, y paramos para quitarnos ropa antes de la ascensión. Dejo la bomba a un compañero de la grupeta con la rueda pinchada, que perdió la suya en la bajada. Retomamos la marcha, con las fuerzas mermadas. Aún hay sol, pero a medida que avanzamos, el cielo se cubre más de nubes. Llegando arriba, el sol ha desaparecido, la temperatura baja y sube mucho la humedad. No llueve, pero la cosa empieza a ponerse muy fea.
Antes del descenso, de 10 km., me abrigo de nuevo, pero dejo guantes y cortavientos en los bolsillos. El cortavientos porque pensé que sin él me secaría antes el sudor de la ropa. Los guantes, porque se me olvidó ponérmelos. Craso error. Hace un frío que pela. Durante la bajado no paro de pensar que en la siguiente, me pongo todo.
Llegamos a Sobrelapeña. Cuando paséis por ahí –si lo hacéis alguna vez- os explicaréis el porqué de su nombre. Precioso y sorprendente sitio. Enseguida se inicia el ascenso del penúltimo puerto del día, los 6 km. del collado de Ozalva. Hemos pasado tanto frío en la bajada, que subimos sin quitarnos nada de ropa. El cielo se ha cubierto por completo, y las nubes ya no se ven … ¡se tocan!. Aún nos quedan fuerzas, y subimos a ritmo sin problemas. Arriba hace un frío que pela, y me abrigo a tope para la nueva bajada que nos llevará de nuevo a Puentenansa. Guantes y cortavientos, son ahora imprescindibles. 6 km de bajada y de nuevo avituallamiento, para iniciar el último esfuerzo, la collada de Carmona.


Su inicio es muy tendido, lo conocemos del Soplao de MTB. Luego de un par de km. duros, remata en otros 4,5 algo más suaves. Las fuerzas ya no sobran y vamos con toda la traca metida, un 29 y penando. Ya no vemos el paisaje, sólo pensamos en llegar. Las piernas ya no marchan. Miro el cuentakilómetros antes de las rampas duras y ya marca los 200. Toca sufrir los siguientes 6 km. El caso es que va todo el mundo igual, nadie va sobrado, y somos una procesión de ciclistas avanzando lentamente en busca del ansiado final. Mucho frío arriba, y las nubes tapan ya la cima. Pero llegamos, tocamos el cielo, y vemos el final. La alegría me invade. Aún no son las 5 de la tarde, y faltan menos de 20 km.
El último descenso, y la llegada a Cabezón, son todo un homenaje al esfuerzo de los entrenamientos hechos en los meses de atrás, y que se me vienen a la cabeza en esos instantes. Coincido con gente haciendo grupeta, y en su cara sólo veo sonrisas de satisfacción. Apretamos, y cogemos velocidades por encima de 40 km/h. La llegada a Cabezón colma nuestras inquietudes, para descanse del espíritu, de tantos nervios e incertidumbres que se pasaron por nuestras cabezas los días previos a la prueba.
Nada más cruzar la meta, nos vamos directos al coche, lo priemro es lo primero, llamar a Natalia, a quien tanto hago penar con mis cosas. Perdóname, esposa.  Más contento que unas castañuelas, hemos completado el recorrido en 9h. y 20 minutos.
Pero, no creo que repitamos más.
Muchos os preguntáis …¿qué es más duro, el Soplao de MTB o el de carretera?. La respuesta es sencilla. Más dura la ruta MTB. Por desnivel y lo roto de los caminos. Se tarda más en hacer. El de carretera es largo y exigente, y más bonito para la pupila del ciclista. 225 km y 4000 m. de desnivel, no son moco de pavo para nadie. Al principio es un continuo sube y baja rompe piernas, que te deja tocado para lo que va a venir. Y la tendida subida a Piedrasluengas, con 35 km., te deja suave, suave. No obstante, El IBP index sale de 262, más que la Quebrantahuesos (que tiene 25km menos y 500m. menos de desnivel, con IBP index de 242). Estos datos, por simplificar y hacernos una idea global de al dureza.
Así que el gusto está en hacer ambas, la ruta de MTB y al de carretera, porque son muy diferentes. Y muy duras las dos.