jueves, 26 de junio de 2014

Quebrantahuesos 2014



La Meca del cicloturismo de carretera en España.





Este año ya iba tocando estar a las 7:30 en la salida de Sabiñánigo y así ha sido. Alguna vez tenía que ser, una peregrinación que no debe faltar -si puede ser- en el curriculum de todo ciclista que ame este deporte. 

Una organización impecable, me sorprendió muy gratamente desde el primer momento. No en vano son ya casi 25 años de experiencia. Y no debe ser fácil llevar a buen puerto un evento de esta envergadura. En mi opinión lo hacen francamente bien. Hay cosas mejorables, como en todo, pero les ponemos un sobresaliente. 

Saliendo del cajón de los “grises”, amanece un día con el cielo abierto y con una pinta extraordinaria. Las previsiones los días previos daban agua sobre todo en la zona de Francia, por lo que hubo que cargar con el chubasquero en la salida, resultando éste innecesario a la postre. 

Los primeros kilómetros pasan volando, a mucha velocidad, y hay que estar muy atento al freno para no caerse. Los hacemos tranquilamente, pero sin parar y sin forzar, que esta carrera es muy larga y el lunes me esperan muchos pacientes en la consulta. Sólo pienso en no caerme. Antes de llegar a Jaca veo una caída que parece importante, con algún ciclista tendido en el suelo pero con la guardia civil y los sanitarios atendiéndolos. Qué lástima. 

En cuanto se pasa Castiello de Jaca se inicia la subida a Somport, un puerto largo pero muy asequible. Al principio es muy tendido y sólo pica en los últimos km. Sólo me preocupa en esta parte comer, beber y no pasarme de revoluciones, que temo al tío del mazo y al tío calambres en el Portalet. No pierdo de vista el pulsómetro y no paso de 160 ppm. Y si paso aflojo. Con el desarrollo no fuerzo ni lo más mínimo y subo cómodo, muchas veces con el 28, sin problemas. Llevo en mente los puntos donde beber y comer que recomienda Chema Arguedas en sus análisis, y los sigo a rajatabla. Miramos el cielo, y ni una nube. Parece que hará calor, y no hay que dejar de beber. Cuando te quieres dar cuenta, estás arriba, con los 2 botes vacíos, por lo que recargamos en el km 46, a 1 km. de coronar. Mucha gente, cuesta unos minutos que te atiendan. De nuevo a la bici, y seguimos … 

Hace calor, y para la bajada subo manguitos y cojo un papel de periódico que me da un muchacho muy amable. Gracias amigo. Nada más llegar a la primera curva veo el peligro. La bici se embala y cuesta domarla, ¡cuidadín!. Hay que andarse con mucho ojo. La gente baja muy rápido, me adelantan bastantes, intento ponerme a la derecha para que me dejen tranquilo y trazo sin tomar riesgos ni recortar, respetando siempre al de delante. Pero algunos se piensan que están compitiendo y bajan a saco. ¡Qué peligro!. 

En la bajada uso, yo creo que por primera vez, el piñón del 11. No sabía para que servía, porque nunca lo había usado, un piñón que soy incapaz de mover. Aquí bajando a más de 50-60 km./h., lo pones y puedes controlar la bici, y dar pedales si quieres. No es mi caso. 


Al final de la larga bajada, otro accidente importante, con varios ciclistas tendidos. Pero allí está la guardia civil y los servicios sanitarios atendiéndolos. Qué grande esta gente. 

Antes de llegar a Escot, se llanea un rato. La gente se me escapa e intento pillarlos. Apreto y después de un rato veo que no hay forma. Miro atrás y me doy cuenta que encabezo un grupo de 100 tíos, y yo sin darme cuenta, ja ja. Lo lleváis claro, chavales. Me abro y dejo que vayan pasando para pillar el rebufo de los que pasan, je je, que la gente está muy fuerte, es muy joven, mucho más que yo, y no se como me va a ir en Portalet. 

Pasamos Escot, y empieza lo bueno. Me tiro a la hierba de la derecha de la carretera, paradita para hacer pipí, y afrontamos, ahora sí, el temido Marie Blanque. El sol pega de frente y te revienta los ojos si diriges la mirada un poco hacia arriba. Hay una humedad muy importante, lo que decían es cierto, leches, ¡esto parece una sauna!. Nos desabrochamos, y a sufrir. Menudo calor. La gente busca sombras, pero éstas escasean. Sólo pensamos en no forzar y en beber. Pronto llega el cartel de los 4 últimos km. ¡Qué miedo!. Se ve una rampa de 200-300 m. llena de ciclistas que ocupan todo el ancho de la carretera, y un silencio sepulcral. La estampa es increíble. El 28 iba puesto hacía rato, por lo que ahora toca apretar con todo, riñones, lomos … todo, ya no tengo más piñones para subir. ¡Qué duro!. Hay que vivirlo para saber lo que es. Los metros se hacen eternos, y la gente va cayendo. La bici parece que no avanza. Miras el cuentakilómetros y no se mueve. Piensas que se ha estropeado. Muchos ponen pie a tierra y suben andando. Alguno da un bandazo y le echan la bulla. Menudo sufrimiento. Admiro a los profesionales que pasan por aquí en Tour, los admiro y los valoro ahora más que nunca. Antes de una curva a izquierda, comienzo a oír al de la gaita, que alegría, ya estamos arriba. Coronamos y nos dirigimos al avituallamiento del km. 103. 

Mucha gente de nuevo cogiendo líquido y sólido. Cuesta mucho meterse entre tanto ciclista para coger agua y comida. Saco el móvil para hacer fotos del increíble paisaje, y en el primer flashazo se me muere. Qué rabia. Lo reviso, le quito y pongo la batería, pero nada, no revive. Tiramos de nuevo, que falta la mitad. 

La bajada del Marie Blanque es menos peligrosa, casi no me adelantan ya, y con los que coincido son prudentes. Pero no me la quiero imaginar con lluvia. LLegamos a Bielle muy rápido y en pequeña grupeta hacemos el tramo llano que lleva Laruns, pegando ya ligero viento en contra. Nos va dejando tostadicos poco a poco. 

El paisaje se hace increíble, precioso, cascadas de agua, picos de ensueño con verdes saturados que llenan la pupila, desniveles brutales en las montañas y picos de roca y nieves perpetuas que son una preciosidad. Brutal. Todo ello con un sol espléndido. Una gozada. Eso sí mucho calor, demasiado para la bici. 

Comenzamos ahora sí la subida del Portalet, al inicio muy tendida, y me voy recreando en lo que hay alrededor, que maravilla. No sólo lo disfruto yo, muchos compañeros van mirando a izquierda y derecha, cuando nos sorprende alguna cascada de agua. 

La carretera se hace angosta y pasado un cartel que pone Gabas, la cosa se pone más seria. Las rampas al 8 % se hacen un mundo, y hay que meter de nuevo toda la traca. El GPS pierde la señal a menudo, y los metros parecen no pasar. Antes de llegar a la presa de Artouste de nuevo se endurece, pero me da alegría verla porque se que luego afloja y viene el avituallamiento del km. 137. 

Paramos a recargar y como un poco. Ahora viene lo más duro, los últimos 10 km. Miro el altímetro del Garmin que marca sobre los 1250 m. de altitud, y pienso …¡hasta los 1800 aún nos queda!. Ahora se hace durísimo, el cansancio se adueña del cuerpo. El paisaje impresiona es una pasada, menudo bellezón de puerto. Picos nevados a los lados y la carretera abriéndose poco a poco. El aire nos pega por los lados, pero sobre todo de frente, y se hace incómodo. Vamos con toda la traca metida y penando mucho. Pero mucho, mucho. Y en esos momentos, me digo y me repito, no vuelvo, no vuelvo, ni de coña . Ni al Soplao tampoco. Pero no recibo la visita del tío calambres ni del tío del mazo; el no forzar, el haber bebido bien y el haber tomado todas las sales del mundo mundial, ha espantado a los dos, es lo que tiene la prudencia que dan los años y las canas. Hay muchos ciclistas acalambrados en la carretera, estirando o esperando para coger el autobús que los rescate. Y con dorsales de todos los colores, gente con buenos tiempos en años anteriores. 

Un señor nos va apartando, y nos dice que nos peguemos a la izquierda, hacia la montaña, para ir más protegidos del aire en contra. Un kilómetro antes de coronar un chico me dice, ¡venga Miguel Ángel!, y me deja patidifuso … y caigo … ¡pone mi nombre en el dorsal, qué jodío!. Les debe molar ver nuestro careto de sorpresa, ja ja. A 300m. de coronar un chica … “ ¡ánimo, hasta esa casa, y ya a bajar!”. Qué alegría me dio. No paraba de mirar la casa, estaba agonizando. 

Coronamos, y a bajar. No hace frío y se baja en manga corta. El descenso es muy rápido y peligroso, se coge mucha velocidad, y el viento que entra de frente y de lado, te lleva. Hay que sujetar fuerte la bici . Pero la gente baja con prudencia y no nos pasa ningún camicace. Una paradita para coger agua otra vez y para España. 

Al rato se pasa por un túnel muy largo y oscuro a toda castaña y la gente se lo pasa pipa haciendo onomatopeyas de sirenas, ja ja. Mola. Pronto una laguna grande y el llaneo que nos lleva hasta los dos terroríficos km. de Hoz de Jaca. Otra vez el 28 y a apretar empastes. Se sufre mucho pero pasa rápido. Ya cualquier rampa es un penaero de órdago, y nada más pasar la presa tras la bajada de Hoz, hay otra, corta, pero hay que subirla. 

Para los últimos km. se forma una grupeta y me aprovecho del trabajo de los más fuertes, quedándome detrás. En la llegada a Sabiñánigo hay un rampón de menos de 1 km. con el 5% de desnivel que se hace muy pestoso, y más aún una carretera de bajada tras cruzar la rotonda que lleva a la pueblo, rota, parcheada, y con gravilla que a estas alturas de la película es más que peligrosa. Se cruza Sabiñánigo y se llega a meta, donde a algunos nos espera el beso de la guapa. Gracias pitruca, siempre está ahí. 

Y peregrinación acabada, muy contento, disfrutando del ambientazo y de los paisajes y sufriendo en las subidas tanto como los que hicieron 6 horas. Marcha Cicloturista Quebrantahuesos, a la saca, una menos. 





Datos del Garmin: 

Distancia: 197,94 km 
Tiempo en movimiento: 7:48:53 
Elapsed Time: 8:15:41 
Velocidad media: 25,1 km/h 
Avg Moving Speed: 26,2 km/h
 Altura ganada: 3.527 m 
Altura mínima: 346 m 
Altura máxima: 1.788 m

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